Cerca de 5 semanas hemos recorrido este país. Ya es tiempo de volver. Dejamos atrás tantas cosas de las que no hubo tiempo para contar, pero que quedan grabadas a fuego, en los ojos y en el alma.
Dejamos atrás nuestros últimos destinos: Varanasi y Rishikesh, dos ciudades unidas por el paso del Ganges.
Varanasi aterra, sorprende, maravilla, molesta y embriaga porque es todo lo sutil y lo material de la vida, pero sobretodo lo más imperfecto y lo más bello del ser humano juntos. Es sin duda una pasada por el Infierno, no siempre con salida al cielo… Hay que estar centrado y en silencio un rato para decantar ese paso…quizás ese Cristo en posición de Buda, encontrado en una iglesia cristiana, nos puede dar alguna respuesta.
Igual siempre vale la pena venir, porque tiene esa capacidad de conectarnos descarnadamente con la vida y con la muerte en esta tierra.
Pero el cielo parece estar río arriba...
Allá a los pies de los Himalayas, a unos 100 kms de donde nace el Ganges está Rishikesh. La elegimos para despedirnos. La ciudad de los “rishis”, los maestros yoguis que bajaron de las montañas, a compartir sus enseñanzas reveladas después de experiencias intensas de meditación. Hoy es un pueblo centrado en el estudio del Yoga, donde llegan de todas partes a estudiar y retirarse en ashrams sembrados a lo largo del rio. Aquí el Ganges corre limpio y suave en medio de un cajón de montañas y bosques. Es un centro bastante internacional, donde los indios comparten la vida con personas de todo el mundo que han llegado buscando también un espacio de paz… Se está bien, a ratos algo New Age como Pushkar, pero la verdad es que es un lugar grato para nosotros occidentales. Se vive en paz, y sin apuro, con bellos lugares para descansar, caminar o meditar, buenas librerías, cafés y restaurants con comidas “normales” y “non veg”, paseos, tiendecitas y de todo un poco…
Pasamos días de calma; fueron buenos para descansar y decantar el viaje… estuvimos relajados, cercanos y libres y amorosamente entendiendo más todo...
Y así para despedirnos, en un día de sol tibio, bajamos a la orilla y en una playa de arena blanca y limpia nos sumergimos en el río, ofreciéndonos a la diosa Ganga y agradeciendo todo lo vivido y el poder haber llegado hasta allí… además los tres juntos.
Bella forma de cerrar nuestro viaje.
Llegó el día de dejar India. Nos dejó el taxi en el aereopuerto de Delhi atochado de gente. Eran miles de personas que se mezclaban y trataban de entrar en unas gates improvisadas donde controlaban los pasajes para que entraran sólo pasajeros (como será la cantidad de gente)…Después de esa cola venía otra y otra para las maletas, para la policía etc…etc…parece que todo el mundo había decidido viajar ese día. Por ahí algún uniformado trataba de ordenar lo imposible… La humanidad más diversa se había juntado; las líneas aéreas mas desconocidas anunciaban sus viajes a ciudades también extrañas (y nosotros los chilenos que seguimos creyendo que somos el centro del mundo…) Era de verdad el infierno y la prueba máxima de tolerancia a la angustia y la impaciencia. Paneles que achicaban más aun el espacio, anuncian “estamos trabajando para usted”, mientras más de una rata aparecía entre los escombros y viajeros… No quedaba más que reirse …
Finalmente, mientras este verdadero “mar humano” se movía sin moverse en un pasillo interminable del aereopuerto, en la pared del fondo advierto un afiche monumental que dice “Incredible India”…
Sí, así es India, simplemente increíble!
1 comentario:
hola carmen soy monse de culiacan sinaloa mexico me gusta de la poesia pero veo que atravez de tu viaje plasmas poesia por todos los rincones quetrnasitas te felicito por tu viaje pero sobre todo por hacernos ver lo simlares que podemos ser con solo una mirada dentro del alma besos mi correo es monse_333@hotmail.com
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